Esa tarde regresaba del colegio ausente, apenas se fijaba en los demás viandantes que se iban cruzando a su paso; habían ocurrido muchas cosas en pocas horas y todavía las estaba asimilando. Había acudido resuelto al colegio habiéndose comprometido con Pedro, su mejor amigo de siempre, en proporcionarle una coartada sobre la acusación que le habían hecho. Había salvado a su amigo de un castigo seguro, incluso de la expulsión del Centro; todo por un hecho acaecido esa mañana cuando una compañera de clase, Laura, había sufrido un balonazo en toda su linda carita y había empezado a sangrar como un zombi de película con una bandada de niñas asustadas y curiosas a su alrededor; fractura de huesos propios había dicho el bedel a la tarde, nada que una pequeña operación no volviese a poner en su sitio y si le quedaba una pequeña cicatriz, seguro que la haría más interesante. Habían acusado a Pedro porque era su balón y era conocida la mala relación entre ambos. Verdaderamente él no se encontraba con Pedro cuando ocurrieron los hechos, pero tenía que cubrirle las espaldas, no sería buen amigo si no lo hiciera, se decía convencido. Tenía que contarlo bien, sin fisuras..al fin y a la postre la cosa no era para tanto y sabía también que Pedro era incapaz de semejante acción. Ahora rememoraba la entrevista en el despacho del Director y le parecía que había sonado convincente y que todo había pasado ya, quedaría para siempre como un secreto entre ambos, algo que reforzaría aún más su amistad; Pensaba en qué le iba a contar a su madre, en si aquello le iba a hacerse ganar una buena bronca de su parte o si incluso su padre llegaría a darle algún pescozón, o si por el contrario le castigarían sin Internet o sin consola durante un tiempo. Tan ensimismado iba que no se percató que hacía unos metros que alguien caminaba a su lado, hasta que le saludó tímidamente..era Lola, una compañera de clase a la que todos trataban con desprecio por ser gordita y tener unas gafas propias de un maestro cristalero, que estaba secretamente enamorada de él y le ponía ojitos cuando creía que nadie la veía. Ella salía de sus clases de apoyo y le chocó verlo regresando del cole a esas horas, le había estado siguiendo unos pasos y al fin encontró una buena excusa para abordarlo: le preguntaría a quién le tiró el balón de Pedro esa mañana con aquella fuerza y rabia desde la ventana del aula.
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